martes, 13 de mayo de 2008

jauretche (volveré)

¿Por qué será que Cristina cita más a Jauretche que a Perón y a Evita? Y nadie cita a Cooke. No sé si recuerdo mal, pero me parece que Jauretche era más JP lealtad y Cooke más Tendencia. O sino de Cooke sólo se cita eso del peronismo como hecho maldito del país burgués -que suele citar mi favorecedor José Pablo Feinmann- que podía tener algún sentido con el peronismo proscripto pero que hoy no quiere decir nada, aunque tiene su fuerza retórica. Mucho más interesante es su crítica del modo de pensar de la burocracia sindical, pero nadie quiere traerlo demasiado a colación. Otra más, pero volveré al asunto, es más creo que leeré a Jauretche para tratar de ver de qué vale hoy. Pero pensaba que el peronismo tiene esa rara cualidad de hacer que gente tan distinta diga las mismas cosas. Por ejemplo, Cristina, Lavagna, Menem y Duhalde, por nombrar sólo a unos muy pocos, combaten al capital. Néstor, Horacio González, alguno de los Cafiero, DÉlía y Lorenzo Pepe aluden a Jauretche. Moyano y de Gennaro están convencidos de que la única verdad es la realidad. Tal vez el peronismo sea un libro de frases, un misal, una serie de aforismos, válidos en cualquier circunstancia de la vida. ¿Alguien sabrá qué ees el peronismo? O el día que se resuelva el secreto se disolverá para siempre, como si nunca hubiera existido? Eso será bueno o malo? ¿Alguien podría pensar cómo sería una Argentina sino hubiera gente que se reconociera como peronista?

burton y los blogs (setentismos)

“Encierros, soledades, fragmentaciones, pérdidas de sentido y de pertenencia. Salimos de la dictadura con ese diagnóstico de males que la democracia no curó, males globales. Tristezas, quiebres y derrotas devenidas en opacidad y luego en resentimiento y luego en crispación y la culpa de todo la tiene el de enfrente. Y mientras eso sucede y para sobrevivir, entertainment de las pequeñas cosas: Burton, queer, blogs, Tinelli y relaciones virtuales. Caen bombas de nada, a los refugios. A nuestros planetas mínimos, camaradas.”

Así termina una contratapa de Eduardo Blaustein en Crítica hace un mes más o menos y que me viene taladrando la cabeza. En verdad, no se entiende muy bien de qué va la nota hasta que se llega a este párrafo final. Desmenucemos. Hubo un tiempo, se supone que en los setenta o algo así, en que no existían los “encierros, soledades, fragmentaciones, pérdidas de sentido y de pertenencia”. No hay mejor prueba de esto que nuestra propia nostalgia de nuestra juventud. Recuerdo, por ejemplo, una charla de Bonasso y Rafael Bielsa sobre lo bien que se cogía en los 70. Frente a esa serie de pérdidas, no hay sino que lamentarse y extrañar, quien te dice que con tanta saudade reponemos el mundo integrado, ajeno siempre (estamos de paso todos, hasta los sujetos sociales –como el pueblo y las clases- cuya desaparición viene dando de comer a politólogos y sociólogos), pero nuevamente ancho, bien ancho. Pero, bueno ahora todo es estrecho y despreciable (cualquier reivindicación de Tim Burton o de los blogs se cae a pedazos si se lo pone en una serie con Tinelli). Por lo tanto, las respuestas que se dan a ese estado de cosas son o insoportables, como Burton, o de calidad reprochable como los blogs. Si se me permite, voy a intentar una defensa en clave setentista para no romper con las reglas de juego:
Burton: ¿No será que el chico-ostra es la variante tercer milenio de Fellini? Un tipo que pone en la pantalla sus obsesiones personales y que seduce porque exhibe algo que molesta: estilo. El estilo, ya lo decía Adorno respecto de Kafka, es de una casi insoportable monotonía. A ver quién se banca leerse todo un libro de Borges de un tirón…Fellini, Burton, son monótonos; en un caso, sueños, clowns, el mundo del circo, la bufonada, el exceso, la autocondescendencia; en el otro, la oscuridad, los orígenes desconocidos, la mentira como relación, el placer de vivir a contramano, la fascinación de la muerte. Cabría preguntarse si esta monotonía, este solipsismo (de esto se lo acusaba a Fellini en los 70) es banal. ¿Te parece Blaustein? Y si no es banal, no se lo puede descalificar. No hay dudas de que Tinelli, por más sociología barata que intentemos, es irremediablemente banal, por razones obvias que no tengo ganas de escribir. Y si no es banal, me lleva a pensar en ese mundo, que ya no será tan estrecho porque todas esas cosas que están en Fellini y Burton tienen que ver con la experiencia de mucha gente, aunque no sean inmediatamente “sociales”, es decir que no denuncian un estado de cosas injusto, que parece ser para cierta gente la única forma de la trascendencia.
Vayamos a los blogs. La moda es pegarle. “El que tiene un blog es un boludo”, he escuchado más de una vez, y alguien pela el contraejemplo del blog de Gargarella. Para algunos, la excepción que confirma la regla. Es cierto que hay miles de blogs –probablemente la mayoría- en los cuales un padre cuenta que a su hija le salió el primer diente, o en los que un grupo de estudiantes da pormenores de su viaje de egresados. Pero, me pregunto, ¿a quién joden? El blog vende la posibilidad del estilo. Es una zona en la que se puede llegar a descubrir o exponer una manera de mirar las cosas, sin que venga alguien de afuera a decir cómo son las cosas. Por otro lado, para algunos es abrir un espacio de intercambio que facilita el acceso a ciertos bienes culturales, como los blogs que cuelgan discos para que alguien los baje. Hay muchos de estos blogs donde el blogger se ha tomado el laburo de digitalizar su discoteca de vinilo, escanear las tapas y escribir un detalle del material que está ofreciendo.
Seguramente esto no lo ignoran, o no deberían ignorarlo, quienes se cargan a los blogs. Lo que habría que pensar es si este cuestionamiento no es en verdad una incapacidad de tolerar el estilo, que se encuentra hoy en el periodismo, en las editoriales, en la industria cultural. Seguramente la pelea por el estilo no se dirime en los blogs, aunque no se me ocurren razones para que no sea así. Lo cierto es que se tratan de experiencias que no se dan por vencidas y que insisten, a veces sin mayores fundamentos, en seguir existiendo. Esto tampoco es banal. Entonces hay que discutirlo en serio, incluso para descartar al blog como opción. Creo que la vejez llega cuando no se puede pensar en lo que hay de nuevo.