martes, 30 de noviembre de 2010

marxismo y progresismo

Vivimos en un mundo en que las categorías de análisis caducan a alta velocidad. Conceptos como posmodernismo, que parecían haber llegado para perdurar hoy casi no dicen nada. Los científicos sociales han demostrado estar a la altura de ese vértigo, pero en el terreno de lo literario puede sentirse con más intensidad lo que significa habitar una realidad que es aún más opaca que impredecible. Las últimas novelas de John Berger son a la vez un síntoma y un rumbo posible para ese desconcierto.

Berger siempre escribió libros extraños, ya desde G.

, su primera novela conocida en castellano, en la que las cronologías eran sometidas a una distorsión que permitía echar una luz diferente sobre la historia de un descendiente de Garibaldi. Su anteúltimo texto de ficción, sin renunciar a intentar caminos a contramano, mostraba cierta resignación ante lo que vivía como una imposibilidad de construir mundos nuevos.

King , una historia de la calle, escrita en 1999, narra las peripecias de un grupo de homeless desde la perspectiva de un perro, en cuya mirada sobre ellos no había mucho más que piedad. También entonces trató de borrar la idea de autor; su nombre no aparece en la tapa junto al título de la novela. Como sea, se trata de un texto anodino que no puede evitar caer en la fábula, que por momentos resulta demasiado bienpensante y en la que el mundo de los marginales exhibe una sensibilidad de la que carecería el resto de la sociedad. Demasiado lugar común en alguien poco dispuesto a dejarse fascinar por lo evidente.

De alguien tan talentoso como Berger podría esperarse algo mejor que esa condescendencia con el universo de los pobres. Algo de eso persiste en su siguiente novela, aparecida el año pasado en la Argentina, De A para X .

Una historia en cartas . En un momento se lee: “Se tortura a las palabras hasta que ceden y se rinden a sus polos opuestos: cuando vuelven a sus celdas, Democracia, Libertad y Progreso son incoherentes. Y hay otras palabras, Imperialismo, Capitalismo y Esclavitud que tienen negada la entrada, que son rechazadas en todos los puestos fronterizos, y cuya documentación, confiscada, es entregada a ciertos impostores, como Globalización, Mercado Libre y Orden Natural.

Solución: el lenguaje nocturno de los pobres. Con éste se pueden contar y defender algunas verdades.” La lista es reveladora. Ciertas categorías sociopolíticas han sido reemplazadas por lenguajes entre sociológicos y periodísticos, cuando no directamente publicitarios: Globalización, Mercado Libre… ¿En qué universo lingüístico-político moverse, entonces? Pregunta casi imprescindible para un escritor que, además, ha hecho profesión de fe marxista. Al leer los últimos textos de Berger y considerar sus elecciones políticas, la cuestión se complica aún más. Ha intercambiado cartas con el subcomandante Marcos –tal como se cuenta pormenorizadamente en Fotocopias –, a quien alude de manera indirecta en su última novela, y donde, además, elogia explícitamente a Evo Morales y a Hugo Chávez.

“El marxismo es un ideal que ha sido traicionado en tantas ocasiones. Pero eso no implica que el marxismo esté superado. Al contrario: creo que, en efecto, aún puede aportar muchas y muy buenas soluciones a los problemas actuales”, respondió Berger en un reportaje que le hicieron en 1999. Una constatación compartida por no pocos intelectuales: las concreciones políticas que había imaginado el marxismo se habían derrumbado y éste dejaba de ser una praxis para convertirse en una herramienta de análisis.

La necesidad de recuperar la praxis estético-política lleva a Berger por un camino que eligieron muchos: el reemplazo de la ortodoxia marxista –aún en su multiplicidad de versiones– por una posición en el mundo más laxa, que podríamos llamar progresismo.

La opción permite seguir en la lucha a la vez que elige como aliados posibles muchas expresiones y realidades políticas que el marxismo de ayer hubiera cuestionado o directamente execrado. Desde la perspectiva de los grupos izquierdistas de los setenta, alguien como Chávez sería un bonapartista; hoy marca rumbos posibles al socialismo. Lo que antes era una táctica –las alianzas de corto plazo– pasó a ser estrategia, la de insertarse en un campo político-cultural indefinido sobre cuyo futuro se sabe poco aunque se está allí cerca con la esperanza (o el temor) de no perder la brújula que hoy permite suponer que se va en el buen camino.

También ciertas categorías estrictas del marxismo, como la de clase social, fueron cambiadas por perspectivas más difusas: la marginalidad, los sectores del trabajo, los pobres, grupos que, por definición, no pueden formular o sostener un proyecto político propio –como ocurría, al menos desde la teoría, con la burguesía y el proletariado.

Sectores que no estarían en condiciones concretas de ponerse a la cabeza de las reivindicaciones del resto de la sociedad.

En algunos casos, ese tono impreciso implica alguna forma de resignación. El tema Años , de Pablo Milanés –autor de las letras más directas de los integrantes de la Trova Cubana– es emblemático en ese sentido, cuando reza “A todo dices que sí, a nada digo que no, para poder construir la tremenda armonía que pone viejos los corazones.” Se podrá argumentar que la canción habla del amor. No es tan seguro. En todo caso está construida sobre los opuestos lucha-resignación.

De eso se ocupó Berger alguna vez, cuando la revolución pasaba a ser un sueño eterno. Dice en “Los dos Colmar” –el ensayo incluido en su recopilación Mirar – frente a un cuadro que ha contemplado por primera vez cuando estaba habitado por la esperanza de un mundo mejor. Diez años después, escribe: “En un período de esperanza revolucionaria, vi una obra de arte que había sobrevivido y era una prueba de la desesperación del pasado; en una época que ha de ser sobrellevada como se pueda, veo que la misma obra nos ofrece un paso a través de la desesperación”.

En su última novela, aunque la lucidez no sea constante (tal vez porque hoy es un estado del ánimo que resulta prácticamente insoportable), Berger construye un texto desesperado que nunca se deja desesperar. No es un juego de palabras. La trama da una pista. Son las cartas de una mujer a su pareja que está condenado a cadena perpetua y al que no puede visitar pues no están legalmente casados. Son como viñetas siempre plácidas y nunca conformistas que tratan, sin la menor ingenuidad ni sentimentalismos, de dibujarle al hombre en la cárcel el devenir de un mundo que para él ha quedado detenido. La realidad que arman las cartas –que no están en orden cronológico, del que seguramente también carece la experiencia de un preso– tiene la forma de ese rompecabezas que para armarse ya no dispone del manual de instrucciones del marxismo. Y las piezas se encajan como se puede y casi nunca en el lugar previsto.

Tenemos expresiones locales de este dilema en que se mueve Berger pero da la impresión de que han entregado el fervor de la desesperación a cambio de la tranquilidad provisoria de la esperanza. De allí a la resignación del pensamiento hay sólo un paso que se ha dado en más de un caso. Cambiar el marxismo por el progresismo es una alternativa que no puede elegirse sin admitir una cuota importante de desconcierto. Como dice Berger al final de su libro: “En la precariedad reside nuestra fuerza”. La certeza, hoy tan frecuente en nuestros nuevos progresistas, es la forma más fácil y menos promisoria de la debilidad.

viernes, 27 de agosto de 2010

test para gente casada o algo así

¿ES USTED UNA BUENA ESPOSA?


Ya se ha hablado cuánto ha cambiado el matrimonio en estos últimos años, después de la Caída del Muro. Todo lo que pasa hoy es porque el Muro se cayó, incluso su vida matrimonial, amiga. Y usted mira a su alrededor, y ve a su marido, y sigue mirando y ve a los maridos de sus amigas. Ya lo decía Marx antes de que se cayera el Muro, incluso antes de que se construyera: “Todos los hombres son iguales”. Y su vida como esposa, alma bella, es descubrir o inventar que su marido es un poco menos parecido a los demás, de ser posible para mejor. Pero desde que existe Cosmopolitan, los canales femeninos, la liberación femenina, la vuelta a la feminidad, la nouvelle cuisine y el regreso a las recetas de la abuela, la medicina alopática, homeopática, holística, la terapia psicoanalítica, la sistémica, la de almas transmigradas, la del huevo en el vaso, desde que hay que hacer el pan en casa, desde la mejor gimnasia dejó de ser el step y ahora es la pilates, no hay mujer en el mundo que sepa qué diablos será hoy ser una buena esposa. Un grupo del departamento de Dammed Wives del Departamento de Satisfacción Garantizada Llame Ya de la Universidad de Ohio preparó un test (que se publica hoy de manera exclusiva para nuestras lectoras) que contiene ocho preguntas que usted debe contestar sin hacerse la zoncita y saber finalmente si ese pedazo de carne (algo machucada) con la que decidió convivir está a su altura.

1) Su marido fue atacado por una patota gay y brutalmente violado. Su primera reacción es:
a) Conseguirle el teléfono de Roberto Piazza.
b) Comprarle un pijama rosa.
c) Preguntarle con cara ingenua: ¿No serás puto vos, Joaquín?
d) Ser más fogosa que nunca en la cama.

2) Su marido invita a su jefe a cenar. De esa cena depende su ascenso. Usted se comporta de la siguiente manera:

a) Se queja de cuánto tarda en llegar la moto de la pizzería de la esquina. Y aclara “es la más barata”.
b) Recibe a los invitados en bikini, aunque haga 5 grados de sensación térmica.
c) Los hace entrar con la cartera en la mano y les dice: “No me puedo quedar. Este (y señala a su marido) nunca se acuerda que los jueves tengo grupo con las chicas del colegio.”
d) Hace un trabajo de inteligencia y descubre cuál es el plato favorito del jefe. Se pasa toda la tarde cocinando lo que no le impide estar espléndida y divertida durante toda la cena.

3) Se entera que su hija adolescente está embarazada. Lo habla con su esposo y le dice:

a) “Con el ejemplo que le da tu familia, lo único que me extraña es que no haya pasado antes”.
b) “Vas a tener que matar al novio”
c) “Lo menos que espero que hagas es que lo reconozcas”
d) “Viejo, son cosas que pasan. Vos sabés cómo hacer sentir mejor a tu hija para que elija el camino que mejor le conviene”.

4) Su marido se queda sin trabajo, después de veinte años en la empresa. Usted agarra la parte de clasificados del diario:
a) Le marca los geriátricos y le dice: “Fijate si encontrás uno cerca de casa, a si no gasto mucho en viaje cuando te tenga que visitar”.
b) Le avisa que hace dos meses que revisa y que no hay empleo para gente grande como él.
c) Marca el rubro 59: “Esto me va a servir para reemplazarte porque sos un inútil. Para traer plata y en la cama.”
d) Lo acompaña a las entrevistas laborales, le da consejos, lo consuela si le va mal y lo alienta: “No saben lo que se pierden”.

5) Su marido tiene el hobby de coleccionar estampillas. Su reacción es:

a) Las usa como confeti en el corso de Carnaval.
b) Se las da al nene con una caja de marcadores y le enseña a hacerle bigotes y barba a los próceres.
c) Cuando su marido está haciendo un asado y le pide diarios para encender el fuego, usted guarda la colección entre las hojas.
d) Le regala una suscripción a Filately Review, le lustra las pinzas y le compra un banquito para que se lleve los domingos a Parque Rivadavia a canjear sus estampillas con otros filatelistas.

6) Le avisan que su suegra viene a pasar unos días en su casa.

a) Consigue pulgas y siembra el colchón del cuarto de huéspedes con los bichos.
b) Le reserva un cuarto en un hotel de un octavo de estrella que queda en la otra punta de la ciudad.
c) Duerme con cloroformo a su marido, lo envuelve con papel celofán y cuando llega su suegra le dice: “Doña Leonor, le devuelvo el regalo que me hizo por mi casamiento. Se ve que vino fallado de fábrica”.
d) Hace limpieza general en toda la casa, le pide las recetas que le gustan a su marido, impulsa a que sus hijos se ocupen de su abuela y no se le borra la sonrisa de la cara.

7) Su marido decide que ya es hora de que tengan un perro en la casa. Frente a la presencia del animal, usted:

a) Lo patea delante de todo el mundo. Impone que se lo llame “Escoria”.
b) Trae un perro más grande y lo incita a que ataque al que trajo su marido.
c) Saca el bozal y la correa, mira a su marido y dice: “No sé a cuál de los dos le queda mejor”.
d) Llega antes del trabajo para sacar a pasear el perro, se compra una resma de guantes de plástico, le consigue una buena guardería cuando se van de vacaciones y se ocupa de repartir los cachorritos entre sus amigas cuando tiene cría.

8) Su marido llega con la sorpresa de unas vacaciones a solas sin los chicos.
a) Le recuerda que en esa zona llueve todo el tiempo en esa época del año y que no van a terminar llevándose bien todo el día metidos en casa o en el hotel.
b) Le dice que ni loca, ahora que en su trabajo empieza el momento de hacer el inventario, algo que estuvo esperando todos los meses del año.
c) Prepara las valijas para usted sola y le informa que se va al lugar con el personal trainer porque “lo puedo llevar a la playa sin que lo quieran salvar los de Greenpeace”.
d) Salta de alegría, se hace una depilación con cavado incluido, le compra una guayabera a él y lleva el Kamasutra en la valija para ensayar nuevas posiciones.


Bueno, amiga, aquí hemos llegado. Si la mayoría de las respuestas fueron a) usted quiere salvar su matrimonio, pero no sabe cómo. Controle esa tendencia al desaliento. B) Usted está en ese preocupante período en que cualquier cosa le importa más que su marido. Esmérese, la indiferencia mueve montañas. C) Usted ya odia a su marido, pero eso es bueno, porque todos sabemos que nada resulta más creativo que el rencor. Pruebe por el lado del arte, no gaste su inquina con ese mequetrefe. D) Tendríamos en cuenta sus respuestas, pero hay un problema: Usted no existe.

miércoles, 10 de febrero de 2010

el fuego que se alimenta

Lo que impresiona en el episodio del baterista de callejeros es esa especie de freudismo de manual: la madre murió en Cromañón, él fue testigo del incendio y a la hora de matar elige el fuego. Lo literal puede ser una patología. El crimen tiene algo de circular. No quiero hacer chistes, pero Tablado mató a la novia de 113 puñaladas, el número que te da la hora. Y en la Argentina el crimen tiene algo de ficción decepcionante. No sólo porque los casos más sonados no se resuelven. El triple crimen, Nora Dalmasso, ¿quién mató a la García Belsunce? Sino porque, al menos en su relato mediático, están sujetos a la moda. En una época tiraban gente del tren todos los dias, después vinieron las violaciones en Nuñez, a eso le siguieron con los robos de autos a mujeres a las que se asesinaba, además mujeres que realizaban tareas solidarias. Me pregunto: ¿habrá ocurrido todo eso? Es tan frívolo el mundo del crimen que los delincuentes se cansan al toque de un modus operandi y enseguida pasan a otro?

erotismo de cotillón (en la eñe)

El culo está de moda. Puede que sea cosa del verano, pero también llega del frío este supuesto furor por la zona más estudiada de la espalda. Fueron casi 8 los puntos de rating que obtuvo en la televisión francesa la emisión a fines del 2009 del documental La face cachée des fesses (El rostro oculto de las nalgas), de los periodistas Carolina Ponchon y Allan Rothschild. Esa cifra, sumada a la aparición en París de Moon un libro con 200 fotos de culos seleccionadas por Mallot y Gueritoty que fue un éxito de librerías, dio para hipótesis nacionalistas. El diario catalán La Vanguardia publicó bajo el título de “La fascinación francesa por el culo” un artículo que da cuenta de ambos fenómenos. Una presentación que presupone que esa fascinación es una exclusividad francesa, como el foie gras o el estructuralismo. Se podría, si valiera la pena, discutir largamente esa afirmación. Que, por otra parte, está rubricada por la estructura del documental –que puede verse en Internet- que, como suele pasar en todas las televisiones del mundo, hace de cuenta que no hay realidades fuera de las fronteras y se limita a ejemplos franceses con muy escasas excepciones.Pero, aún tratándose de una cuestión realmente interesante, la discusión por la mejor patria del culo parece un tanto vana. Luego de aclarar que el programa sí es francés en esa especie de erotismo algo despojado y distante que hace que se interrogue con la misma pasión el tema de la posguerra, la métrica de Boileau o el destino del neoliberalismo que es una marca casi de fábrica del pensamiento galo, cabría decir que en su poco más de cincuenta minutos de duración muestra y demuestra algunas cuestiones interesantes que incluso sirven para pensar el lugar que ocupan las posaderas en los diversos devaneos locales.
La escena se repite en todo programa de verano de la tele. Entrevista a un comicastro, que se ha acercado hasta la playa tratando de que lo reconozca algún periodista y conseguir así una nota. Ni lo que se dice ni los rostros de entrevistador y entrevistado le interesan a nadie. Entonces, la cámara se solaza mostrando muchachas tendidas en una lona, siempre de espaldas y restringiendo el ángulo desde un poco más arriba de la cintura y sin llegar nunca hasta el comienzo de las rodillas. Allí están esos culitos playeros, desentendidos de la atención que se les presta, tratando de cubrir el rubro “imagen sensual del verano”.
No es más que poner bajo el sol lo mismo que ocurre durante el invierno en estudios. Tratar de que los culos, esta vez pertenecientes a caras casi tan famosas como ellos, levanten rátings decadentes. El culo es, entre otras cosas, el Viagra de la televisión. Además se los somete a un escudriñamiento que Lanata ha descrito alguna vez con acierto como “la mirada del proctólogo”. El resultado, durante cualquier estación del año, es la muerte de la sensualidad. Una parte importante de nuestra cultura popular –o populista- no sabe qué hacer con el deseo y en eso el culo es a la vez beneficiario y víctima. Beneficiario, porque ha ganado hace tiempo la batalla contra el otro rasgo sexual secundario –Freud dixit- que son las tetas.
La fábula de las oleadas de deseo adolescente que despertaban los baños eternos de la Coca Sarli en las matinées de barrio ha dado paso a tapas de revista que repiten la misma imagen hasta el hartazgo. Las chicas sacan el culo hacia fuera, giran el rostro a cámara y dejan adivinar la sombra de un pezón. La parte de atrás ocupa ahora el primer plano. Algo que ya ponían en evidencia las películas filmadas por Olmedo y Porcel durante la dictadura, como Expertos en pinchazos o A los cirujanos se les va la mano, en las que todo el esfuerzo de los dos cómicos era conseguir ponerle una inyección a una chica, llegando en algún caso incluso al enema cuando no al supositorio. Algo similar ocurre en el territorio de la cumbia: el culo filmado desde abajo en los programas tropicales, y la cola casi como único lugar femenino de atención y penetraciónde la cumbia villera.
Pero el culo también ha devenido en la no muy agraciada figura principal de un erotismo de cotillón que cree en la segmentación de las partes. Al no asociar las nalgas con el resto del cuerpo se establece un canon estético dominante que está gobernado por los criterios de los cirujanos plásticos: elasticidad, dureza, armonía y destino de escoliosis. Lo muestra el documental francés y lo refrenda con mejores palabras una frase de Balzac en su Tratado de la vida elegante: “Al caminar las mujeres pueden mostrarlo todo sin dejar que se vea nada”. El culo no tiene destino de foto fija, lo dice de otra manera una antropóloga entrevistada por los periodistas francesas: las nalgas están asociadas con la marcha, con el desplazarse. La sensualidad está en las chicas que se no están quietas, que bailan. La dicha en movimiento.
Este es una de las razones por las cuales la erótica norteamericana ha descubierto tarde y mal los encantos del culo. Por de pronto, y seguramente por razones religiosas que no lo asocian con brujerías, demonios y otras cuestiones diabólicas, lo han vivido como una zona del cuerpo inofensiva y poco digna de apreciarse. Por un lado, baste pensar en esa costumbre de mostrarlo por las ventanillas de los autos en la carretera. O sino en el efecto infantilizante de colocarle un pompón en la cola a las chicas de Playboy cuyo mayor capital fueron por años las tetas. Pasó una eternidad hasta que el modelo Jane Mansfield fuera reemplazado por Beyoncé. Algo de lo negro pesa aquí. Lo infantil tiene su correlato en el spanking –nuestros chirlos en la cola- y que ha derivado en las violencias casi indecibles del sadomasoquismo. A esos usos del culo, han agregado toda la parafernalia escatológica, con lo cual lo que se muestra es una cloaca y no un sitio erotizado. Baste ver un engendro como Mi amiga Polly –protagonizada por Ben Stiller y Jennifer Anniston, que es plaga en las noches de cable- para constatar todas estas presencias: Stiller sufre de diarrea y se le tapa el inodoro en un restaurante durante su primera cita, trata de conquistar a su chica con palmaditas en el trasero y ella se enoja. El culo es motivo de escarnio, como demuestran las “hazañas” dolorosas de la serie Jackass, que lo tienen como lugar privilegiado de martirologio.
Algo lógico en una cultura que no tolera el misterio, la falta de explicaciones. El culo tiene sus secretos, como planteaba Marlon Brando en la famosa escena de la manteca junto a Maria Schneider en El último tango en París. Si no, es difícil de explicar que, tal como sucede durante la hora del documental francés, en un paseo por la playa, o tomando una cerveza en la calle nunca nos cansemos de mirar culos, que supuestamente son todos tan parecidos entre sí. Es que todos tenemos la utopía de encontrar el definitivo culito de culto en esa parte carnosa, que sobresale de la línea de cuerpo, que redondea aquello que amenazaba con ser inevitablemente recto. Puedo afirmarlo, ese culito existe.