miércoles, 11 de julio de 2007

Derivas

El plan está clarísimo. Asume Cristina, se desgasta, vuelve Néstor, se desgasta, regresa Cristina. Todo esto hasta que los chicos estén grandes y puedan tomar la posta. Habrá que evitar que la niña K se case, pues puede imprimir un desvío en la dinastía y perderse el apellido Kirchner en una sucesión que bien podría ser todo lo eterna que uno puede llegar a imaginarse. Ahora supongamos que el matrimonio, que ha demostrado hasta ahora ser tan firme, se resquebraja porque ella que era la gran mujer detrás de todo gran hombre y le festejaba sus malabares con el bastón de mando, se da cuenta,como buena fálica que debe ser, que el bastón cambió de manos. Y esa ruptura que no podría ser más que un rumor, exige que la presidenta tenga uno o varios amantes que no sean fijos porque sino el afán de dinastía corre peligro. Entonces deberá contratar los servicios de alternantes taxi boys (de preferencia justicialistas). Pero como el corazón tiene esas cosas que no siempre se pueden prever, podría suceder que la señora se enamorara de alguno de sus proveedores y la transversalidad derivara en que alguno de nuestros presidentes haya trabajado en algún momento de su vida como taxi boy. O, peor aún. Nuestro próximo presidente puede llegar a ser Matías Alé.

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