“’Si Dios nos hubiera hecho con el objeto de vernos actuar exactamente como él quiere, la creación no hubiera tenido sentido. Él nos hizo y después permaneció observándonos con curiosidad, jamás con ira’”. Por eso el señor Aghios deseaba a las mujeres del prójimo sin remordimientos.”
Italo Svevo, reciente redescubrimiento, en su Corto Viaje Sentimental, texto inconcluso que deja con ganas de más pensamientos como esto. Imaginarse a un dios incapaz de enojarse para sentirse libre es de una heterodoxia maravillosa. Es hacerse perdonar de antemano, si es que cabe el perdón. Esto me hizo acordar algo que me pasó alguna vez Alberto Díaz, que leyó nada menos que en Manuel Gálvez. Que los argentinos nunca llegarían a hacer una revolución como la rusa, porque aquí las principales devociones se las lleva la Virgen María, mientras que en Rusia siguen a Cristo, sin mediaciones. Por lo que los argentinos tienden a ser más piadosos y menos furibundos que los eslavos y esa devoción los aleja de la posibilidad de ocupar el Palacio de Invierno.
domingo, 29 de abril de 2007
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